Los siete saberes
necesarios:
Capítulo I: Las
cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
Es muy reciente el
hecho de que la educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos,
permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus
imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la
ilusión, y no se preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.
En efecto, el
conocimiento no se puede considerar como una herramienta ready made que se
puede utilizar sin examinar su naturaleza. El conocimiento del conocimiento
debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para
afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión que no cesan de parasitar la
mente humana. Se trata de armar cada mente en el combate vital para la lucidez.
Es necesario
introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características
cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y
modalidades, de las disposiciones tanto psíquicas como culturales que permiten
arriesgar el error o la ilusión.
Capítulo II: Los principios de un conocimiento
pertinente
Existe un problema
capital, aún desconocido: la necesidad de promover un conocimiento capaz de
abordar problemas globales y fundamentales para inscribir allí
conocimientos parciales y locales.
La supremacía de un
conocimiento fragmentado según las disciplinas impide, a menudo operar el
vínculo entre las partes y las totalidades y, debe dar paso a un modo de
conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades
y sus conjuntos.
Es necesario
desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus
informaciones en un contexto y en un conjunto. Es necesario enseñar los métodos
que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas
entre las partes y el todo en un mundo complejo.
Capítulo III: Enseñar la condición humana
El ser humano es a la
vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. Es esta unidad
compleja de la naturaleza humana la que está completamente desintegrada en la
educación a través de las disciplinas y que imposibilita aprender lo que
significa ser “humano”. Hay que restaurarla de tal manera que cada uno desde
donde esté tome conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad
compleja y de su identidad común a todos los demás humanos.
Así, la condición
humana debería ser objeto esencial de cualquier educación.
Este capítulo indica
como, a partir de las disciplinas actuales, es posible reconocer la unidad y la
complejidad humanas reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las
ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y la
filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de
todo lo que es humano.
Capítulo IV: Enseñar la identidad terrenal
En lo sucesivo, el
destino planetario del género humano será otra realidad fundamental ignorada
por la educación. El conocimiento de los desarrollos de la era planetaria que
van a incrementarse en el siglo XXI, y el reconocimiento de la identidad terrenal
que será cada vez más indispensable para cada uno y para todos, debe
convertirse en uno de los mayores objetos de la educación.
Es pertinente enseñar
la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los
continentes en el siglo XVI y mostrar cómo se volvieron intersolidarias todas
las partes del mundo sin por ello ocultar las opresiones y dominaciones que han
asolado a la humanidad y que aún no han desaparecido.
Habrá que señalar la
complejidad de la crisis planetaria que enmarca el siglo XX mostrando que todos
los humanos, confrontados desde ahora con los mismos problemas de vida y
muerte, viven en una misma comunidad de destino.
Capítulo V: Enfrentar las incertidumbres
Las ciencias nos han
hecho adquirir muchas certezas, pero de la misma manera nos han revelado, en el
siglo XX, innumerables campos de incertidumbre. La educación debería comprender
la enseñanza de las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas
(microfísica, termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución
biológica y en las ciencias históricas.
Se tendrían que
enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo
inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en virtud de las
informaciones adquiridas en el camino. Es necesario aprender a navegar en un
océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza.
La fórmula del poeta
griego Eurípides que data de hace 25 siglos está ahora más actual que nunca.
«Lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta». El
abandono de los conceptos deterministas de la historia humana que creían poder
predecir nuestro futuro, el examen de los grandes acontecimientos y accidentes
de nuestro siglo que fueron todos inesperados, el carácter en adelante
desconocido de la aventura humana, deben incitarnos a preparar nuestras mentes
para esperar lo inesperado y poder afrontarlo. Es imperativo que todos aquellos
que tienen la carga de la educación estén a la vanguardia con la incertidumbre
de nuestros tiempos.
Capítulo VI: Enseñar la comprensión
La comprensión es al
mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana. Ahora bien, la educación
para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita
comprensiones mutuas en todos los sentidos. Teniendo en cuenta la importancia
de la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas
las edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las
mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro.
La comprensión mutua
entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para que las
relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión.
De allí, la necesidad
de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos.
Este estudio sería tanto más importante cuanto que se centraría, no sólo en los
síntomas, sino en las causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios.
Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases más seguras para la educación
por la paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación.
Capítulo VII: La ética del género humano
La educación debe
conducir a una «antropo-ética», considerando el carácter ternario de la
condición humana, que es el de individuo <-> sociedad <-> especie.
En este sentido, la ética individuo/especie necesita un control mutuo de la
sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad, es decir la
democracia; la ética individuo <-> especie convoca a la ciudadanía
terrestre en el siglo XXI.
La ética no se podría
enseñar con lecciones de moral. Ella debe formarse en las mentes a partir de la
conciencia de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de una
sociedad, parte de una especie. Llevamos en cada uno de nosotros esta triple
realidad. De igual manera, todo desarrollo verdaderamente humano debe
comprender el desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las
participaciones comunitarias y la conciencia de pertenecer a la especie humana.
De allí, se esbozan las
dos grandes finalidades ético-políticas del nuevo milenio: establecer una
relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos por medio de la
democracia y concebir la Humanidad como comunidad planetaria. La educación debe
no sólo contribuir a una toma de conciencia de nuestra Tierra-Patria, sino también
permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad de realizar la
ciudadanía terrenal
Morin dice: " [...] se debe abandonar todo modo de pensar reduccionista que pueda pensar un todo a partir de los elementos tomados separadamente". La comunicación entre los seres humanos es de naturaleza multivariada, y si bien es cierto que sabemos que el lenguaje oral debió ser nuestro primer recurso de interacción de manera formal, creo particularmente que antes estuvo el lenguaje gestual, el cual a través de internet es difícil de percibir, incluso a través de una web cam. Pienso que el lenguaje en verdad es una manifestación del pensamiento,y es complejo y diverso. El pensamiento complejo es un pensamiento que relaciona y que es capaz de producir un tejido de eventos o de establecer relaciones significativas que suponen una correcta organización lógica y psicológica de contenidos. Es fundamental un conocimiento y combinación de ideas, tendencias y emociones que religue las partes al todo y el todo a las partes. desarrollando toda la información relevante y pertinente que se necesite.
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